jueves, 26 de junio de 2014

Evolución II ~ Teoría de la Tierra Joven

[Puedes pasar de la introducción e ir directamente al desarrollo, dependiendo del nivel de cafeína en sangre que tengas]

  La aceptación de la Teoría de la Evolución no es un acto de fe. Por tanto, no se trata de una doctrina rígida y ancestral. Como toda teoría científica, está siempre sujeta a toda suerte de revisionismo y criticismo. Tú mismo, lector, caso de encontrar evidencia o argumento hipotético alguno suficientemente sólido, podrías hacer temblar las bases de la teoría de la Evolución. O no sólo esta, sino cualquier otra. Si llegases a la conclusión de que el peso de los objetos hace que caigan hacia el cielo, o que el campo electromagnético es generado por electroduendes morados invisibles, ningún científico te impediría tratar de encontrar las evidencias y pruebas de que tienes razón (quiero decir, evidencias científicas, no en la Biblia (sí, es necesario puntualizarlo, teniendo en cuenta lo que viene ahora después)).
  El evolucionismo actual no es, evidentemente, el mismo que desarrolló Darwin en su momento, igual que la gravitación no es hoy tal como la concibió Newton en el suyo. Pero, en su núcleo, es esencialmente lo mismo. La razón es que cada teoría es un modelo de ciertos aspectos de la realidad. Un modelo puede ser más o menos parcial o completo, ajustado, preciso... pero lo que importa es que un modelo permite arrojar predicciones sobre observaciones aún no realizadas y explicaciones sobre las observaciones ya experimentadas. En ese sentido, podemos suponer blindado al evolucionismo; todo lo que hemos observado en la biodiversidad puede ser explicado por él o ha sido predicho por él.
  Sin embargo, nada en este mundo goza de un 100% de simpatía. Ni siquiera que la Tierra orbite alrededor del Sol (sí, hay gente, más de la que creerías, que niega esto) o que los átomos existan.
  En contraposición al Evolucionismo está tomando fuerza todo un ramillete de teorías pseudocientíficas aglomeradas como Creacionismo, marcado por principios como el Diseño Inteligente, la Teoría de la Tierra Joven (como cita Wikipedia: Se estima en un 47% el número de estadounidenses que comparten esta opinión, y casi el 10% de universidades cristianas imparten esta teoría en sus clases.) y demás supuestos que, en cambio, sí suponen actos de fe.

Tierra Joven


  Empecemos por analizar el supuesto de la Tierra Joven.
  Según los creyentes en este hecho, la Tierra tiene una edad de entre 5.700 y 10.000 años, frente al consenso científico respecto a los 4.7 mil millones de años. Bien, esto es relativamente sencillo de averiguar. Existen varios métodos de datación que permiten conocer con mucha precisión la edad geológica de cualquier resto que puedas encontrar. Esto vale tanto para un jarrón de cerámica como para la Tierra en sí.

  Datación por radioisótopos. Debido a ciertos principios y leyes de la Física Nuclear, podemos afirmar lo siguiente:

A - Número másico (protones + neutrones)
Z - Número atómico (protones)
  -Los núcleos atómicos se componen, principalmente, de neutrones y protones. El número, Z, de protones de un átomo determina el elemento al que representa. El Hidrógeno tendrá Z=1 o el Carbono Z=6, es decir, 1 y 6 protones respectivamente. El número de neutrones de cada elemento, N, es ligeramente variable. A cada una de las variedades de N se le llama isótopo de ese elemento.
  El ejemplo más sencillo lo vemos en el Hidrógeno. El Hidrógeno se caracteriza por tener un único protón. Sus tres isótopos son protio, cuando no posee ningún neutrón, deuterio, cuando además del protón tiene un neutrón y tritio, que tiene dos neutrones acompañando su único protón.
  Es el número de protones el que caracteriza las propiedades químicos de un elemento. Por tanto, diferentes isótopos de un elemento pueden tener propiedades químicas equivalentes. El agua común o ligera, H2O, se compone de un átomo de oxígeno y dos de protio. Si en vez de protio encontramos deuterio, tenemos agua pesada.
Radiación alfa, beta y gamma
  -La radiactividad es la consecuencia de la inestabilidad de un núcleo atómico. Cuando al átomo le resulta difícil contener la estabilidad del núcleo, existe una probabilidad constante de que se libere espontáneamente de energía sobrante que le ayude a recuperar, con sucesivos pasos, su estabilidad. La liberación de energía se hace a través de los diferentes tipos de radiación, alfabeta y gamma. Cada una está compuesta por diferentes paquetes de energía o materia y su pérdida ayuda a estabilizar el núcleo. Diferentes isótopos de un mismo elemento serán más o menos estables y por tanto más o menos radiactivos.
  -Los tipos alfa y beta de radiación (núcleo de helio [2 protones + 2 neutrones] y electrones/positrones, respectivamente) producen cambios estructurales en el núcleo del átomo. En concreto, el número de protones se ve alterado, por lo que ahora el átomo se ha convertido a otro elemento. Este fenómeno se conoce como decaimiento radiactivo. Existen unas predeterminadas series que relacionan diferentes isótopos de diferentes elementos entre sí, estableciendo que los más pesados derivan en los más ligeros, sucesivamente, tras determinado tiempo liberando más y más radiación.
  -El decaimiento radiactivo está guiado por el período de semidesintegración y otras medidas intrínsecamente relacionadas. Esta magnitud refiere al tiempo necesario para que la mitad de una muestra dada se desintegre. Su validez se basa en mediciones de desintegración de muestras y en la ley de grandes números respecto a este tipo de sucesos aleatorios (es decir, por ejemplo la probabilidad de conseguir un 6 en un dado de 6 caras clásico es igual a 1/6, pero es más obvia y certera cuando echo 10.000.000 tiradas que cuando echo 4. De igual forma, el período de semidesintegración resulta bastante certero para una muestra de masa apreciable).
  -El período de semidesintegración y sus magnitudes relacionadas (ratio de decaimiento, tiempo de vida medio) son CONSTANTES para cada isótopo. Existen algunas excepciones puntuales a este punto, que en ningún caso afecta a los isótopos utilizados en mayores escalas que a la de centésimas de unidades percentuales (sí, del orden de 0,01s %, que para el supuesto caso de 4.7 mil millones de años, supondría obligarnos a decir 4.7 ± 0.00047 mil millones de años, un error tan pequeño que no merece más que una nota al pie). Estas excepciones a la característica constante a la desintegración radiactiva son:
    1.  Existe un único isótopo que exhibe variaciones notables de alguna unidad percentual respecto del medio químico en que se encuentre, en condiciones terrestres. Lo importante es que no solo este elemento no se usa en datación, sino que ese isótopo en concreto, el Berilio-7 es muy escaso, de tiempo de vida medio reducido y ligado a un origen cósmico.
    2.  Existe un tipo radicalmente distinto de decaimiento radiactivo en un medio totalmente ajeno al terrestre, el plasma del interior de las estrellas.
    3.  Esta última posibilidad resulta trivial por lo absurda que resulta, aunque bastante real al fin y al cabo. La relatividad del espacio-tiempo puede hacer que una muestra de material radiactivo que viaje por el espacio a velocidades (relativas a la velocidad de la Tierra por el espacio) astronómicamente altas, al ser traída de vuelta a la Tierra, mostrará evidencias de decaimiento más rápido de lo normal. Consultar la paradoja de los gemelos para más información.

Desintegración del Plomo-212
  Como resulta obvio, en conjunto todos estos hechos blindan la siguiente proposición:
  La edad de una roca puede datarse por muchos métodos relacionados con la desintegración de isótopos radiactivos incluídos en ella. Dada una edad ofrecida por una roca tal, la edad de la tierra no será menor a la edad de esa roca, acaso mayor. La consistencia de la datación de alrededor de 4.7 mil millones de años está en concordancia con la edad inferida para el Sol y otros cuerpos del Sistema Solar.

  Aun así, existe una objeción no muy seria a esta datación:
  Para realizar la datación, se asumen los tres siguientes supuestos:
    1.  Las condiciones iniciales de la muestra de roca son conocidos con precisión.
    2.  La cantidad de elementos padre (los que inician la desintegración y son referencia) no ha sido alterada por otros procesos que no sean la propia desintegracián radiactiva.
    3.  El período de semidesintegración del isótopo padre ha permanecido constante desde que la roca se formó.
  Para algunos, el asumir estos tres supuestos supone un grave error. En efecto, parecen violar el método científico. Pues bien, en la datación radiométrica ya se asumen estos riesgos. Las condiciones iniciales están controladas por la temperatura de cierre, la temperatura bajo la cual la muestra de roca se solidifica y los elementos presentes en ella ya han culminado su difusión y estratificación (por tanto, los isótopos padre se separan de cualquier otro contaminante). Por tanto, la edad medida es el tiempo que ha pasado desde que la muestra superó la temperatura de cierre que la convirtió en un sistema cerrado. La cantidad de isótopos padre no ha sido alterada, en principio, por la razón ya expuesta, la roca se ha convertido en un sistema cerrado no influido por el exterior. El período de semidesintegración, en efecto, es constante. Aun así, existen métodos para salvar las probabilidades de error en la confirmación de estos principios, sobre todo el de 'sistema cerrado'. En una misma muestra se pueden hacer dos, tres, cinco o más tipos de dataciones radiométricas basadas en la desintegración. Se pueden aplicar y en efecto se aplican sistemas estadísticos que filtran los errores como el diagrama de Concordia. Y existen métodos basados en la creación de estelas y halos en las rocas por parte de las partículas alfa al atravesar la muestra durante las desintegraciones.


¿Acto de fe?


  La datación radiométrica no sólo parece un método blindado, seguro, confiable, científico, racional. Es que, además, lo es mientras no se demuestre lo contrario.
  Las conclusiones del RATE (Radioisotopes and the Age of The Earth), un proyecto del Institute for Creation Research y la Creation Research Society acaban asumiendo que el periodo de semidesintegración de ciertos isótopos se vio afectado por el Diluvio Universal de forma que todos ellos decayeron millones de veces más rápido de lo que las leyes de la física nuclear describen de la realidad. No sólo el Diluvio Universal no existe (existen inundaciones aisladas, como la del mar Negro en la prehistoria, pero eso ya es otra historia...). No sólo un diluvio o inundación de cualquier tipo no puede afectar a los ratios de desintegración de los isótopos radiactivos. No sólo estos ratios son constantes en la práctica (desde luego, sí que lo son en proporción a los desajustes necesarios para creer en la edad de 6000 años).
  Lo que ocurre no es sólo eso, sino que por mucho que les pese a algunos no se puede deformar la realidad y convertir el método científico en una falacia aberrante para ajustar los resultados de tu proyecto a la realidad que dicta un libro escrito por ancianos iluminados como tantos otros escritos por otros tantos ancianos iluminados.
  El método científico, la física nuclear, es más, las rocas y los isótopos radiactivos no oirán lo que los creacionistas de Tierra Joven les quieran ordenar. Los átomos se seguirán comportando como les dicta su naturaleza mientras los verdaderos científicos sondean sus verdades de muchas de las formas posibles, e incluso imposibles.
  Pese a todo, me queda más y más claro a medida que investigo que los investigadores creacionistas buscan los métodos y los procedimientos susceptibles de arrojar los datos que buscan, casi negándose u obviando los métodos y prácticas que asegurarían una total verosimilitud a las conclusiones, porque sienten que si los datos contradicen tal o cual palabra bíblica, todo el universo se desmoronará a su alrededor. La diferencia estriba en que al verdadero investigador no le importa si la Tierra tiene 3000 años o 5 mil millones. Lo que le importa es que tiene una edad determinada, que representa la verdad respecto al origen de la Tierra; esa pequeña verdad es su meta, y su camino es buscarla esté donde esté mientras el creacionista se empecine en construir caminos imposibles que le lleven a verdades prefabricadas al gusto de teólogos que nada sabían del pulsante corazón de este planeta.


Tierra Vieja


  La razón por la que he atacado la Tierra Joven (aparte de porque es una idea falsa, no requiere más justificación) es que supone un aro de fuego muy, muy estrecho para la realidad evolucionista. La evolución necesita de millones de años para dar fruto y una ventana de tiempo de no más de 6000 años no otorga a sus mecanismos más libertad de la necesaria para llevar del lobo al caniche o del hierbajo a la mazorca de maíz.
  Acabada y aniquilada esta falacia, desaparece un gran filón de supuestos cortapisas al evolucionismo. Quedan muchos más, pero tampoco demasiados...

  Avaron V.



Principales fuentes:
________
http://www.asa3.org/ASA/resources/wiens.html
http://en.wikipedia.org/
http://www.answersingenesis.org/get-answers
http://www.answersingenesis.org/get-answers#/topic/radiometric-dating

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